Muy pocas
personas en la Cuba actual son capaces de rechazar una ayuda monetaria del
extranjero y decir: “Gracias, pero ya recibí ayuda de otro amigo en estos
días.”
Esas fueron las palabras de Omara Ruiz Urquiola cuando en una llamada telefónica, mi esposa y yo le ofrecimos enviarle una humilde donación para ayudarla en sus viajes desde La Habana (lugar donde reside actualmente) hasta la prisión en Pinar del Río donde su hermano, el Doctor Ariel Ruiz Urquiola, permanece cumpliendo injusta condena desde el 8 de mayo de 2018 después de una extensa serie de sucesos que comenzaron en el año 2008.
Para quienes aún no lo conocen, el Dr. Ruiz Urquiola (Ariel) se dedicó a estudiar la genética de los procesos evolutivos y a caracterizar genéticamente las colonias de anidación cubanas de tortuga verde y caguama. Parte de sus investigaciones han consistido en comparar estas colonias de anidación con las de la región del Caribe, incluyendo el Golfo de México y la costa atlántica de Estados Unidos. El Dr. Ruiz Urquiola además lideró un proyecto financiado por la WWF-Canadá (Fondo Mundial para la Naturaleza en Canadá, por sus siglas en inglés) para caracterizar genética, morfológica y reproductoramente los careyes que eran capturados por la flota pesquera cubana.
Esta pesquería basaba su sostenibilidad en que supuestamente los careyes obtenidos legalmente por la flota pesquera cubana eran nacidos en colonias de anidación cubanas y que además, la mayoría eran adultos. A partir de estos resultados, Ariel concluyó no solo que el 74% de los careyes pescados en Cuba provenían de otras colonias regionales en Isla de la Mona (perteneciente a Puerto Rico) y en el Golfo de Campeche (territorio de Méjico) entre otras; sino que el stock pesquero era diverso genéticamente y que la mayor parte de esos careyes eran inmaduros, o sea, que ni siquiera se habían reproducido alguna vez, lo cual pone en riesgo a las especies al no reponer las poblaciones sometidas a explotación. En otras palabras, científicamente probó que el régimen comunista mentía para poder pescar y comercializar la carne y el carapacho de estas tortugas.
La Dirección del Centro de Investigaciones Marinas (CIM-UH), decidió prohibir entonces el acto de defensa de tesis doctoral sobre genética de tortugas marinas. El doctorado de Ariel fue detenido por un “aval político”.
A partir de entonces comenzó, lo que a todas luces fue la verdadera persecución:
Esas fueron las palabras de Omara Ruiz Urquiola cuando en una llamada telefónica, mi esposa y yo le ofrecimos enviarle una humilde donación para ayudarla en sus viajes desde La Habana (lugar donde reside actualmente) hasta la prisión en Pinar del Río donde su hermano, el Doctor Ariel Ruiz Urquiola, permanece cumpliendo injusta condena desde el 8 de mayo de 2018 después de una extensa serie de sucesos que comenzaron en el año 2008.
Para quienes aún no lo conocen, el Dr. Ruiz Urquiola (Ariel) se dedicó a estudiar la genética de los procesos evolutivos y a caracterizar genéticamente las colonias de anidación cubanas de tortuga verde y caguama. Parte de sus investigaciones han consistido en comparar estas colonias de anidación con las de la región del Caribe, incluyendo el Golfo de México y la costa atlántica de Estados Unidos. El Dr. Ruiz Urquiola además lideró un proyecto financiado por la WWF-Canadá (Fondo Mundial para la Naturaleza en Canadá, por sus siglas en inglés) para caracterizar genética, morfológica y reproductoramente los careyes que eran capturados por la flota pesquera cubana.
Esta pesquería basaba su sostenibilidad en que supuestamente los careyes obtenidos legalmente por la flota pesquera cubana eran nacidos en colonias de anidación cubanas y que además, la mayoría eran adultos. A partir de estos resultados, Ariel concluyó no solo que el 74% de los careyes pescados en Cuba provenían de otras colonias regionales en Isla de la Mona (perteneciente a Puerto Rico) y en el Golfo de Campeche (territorio de Méjico) entre otras; sino que el stock pesquero era diverso genéticamente y que la mayor parte de esos careyes eran inmaduros, o sea, que ni siquiera se habían reproducido alguna vez, lo cual pone en riesgo a las especies al no reponer las poblaciones sometidas a explotación. En otras palabras, científicamente probó que el régimen comunista mentía para poder pescar y comercializar la carne y el carapacho de estas tortugas.
La Dirección del Centro de Investigaciones Marinas (CIM-UH), decidió prohibir entonces el acto de defensa de tesis doctoral sobre genética de tortugas marinas. El doctorado de Ariel fue detenido por un “aval político”.
A partir de entonces comenzó, lo que a todas luces fue la verdadera persecución:
· En el año 2008 se le negó la participación en el VIII Congreso
Latinoamericano de Herpetología.
· En el año 2009 fue
aceptado en el programa de estudios postdoctorales en la Universidad de Leiden,
Holanda, pero el director del CIM, Dr. Jorge Angulo Valdés y el núcleo del
Partido Comunista de Cuba (PCC) le negaron la posibilidad de asistir.
· En el Año 2010, Ariel
recibió la invitación de la Universidad de Alabama, EE.UU. para participar en un intercambio
científico, espacio que le daría la oportunidad de exponer y expandir su
conocimiento científico pero al sentir que no tenían control sobre lo que Ruiz
podría exponer, una vez más la Dirección no autorizó su viaje.
· Ariel decidió reorientarse a la investigación con especies terrestres
de moluscos, reptiles y anfibios en la Sierra de los Órganos, Pinar del Río.
· En el año 2011 es
acusado de “falta de respeto” por parte de la Dra. Silvia Patricia González
Díaz (es evidente que la causa era diferencia de criterios), y se organiza una
comisión disciplinaria. Se le aplicó sanción disciplinaria luego de cometerse todo tipo de irregularidades en el
proceso disciplinario, donde por supuesto, la dirección del CIM-UH tuvo todo
amparo e impunidad por parte del departamento jurídico de la UH.
· Ariel decidió trasladarse nuevamente a Pinar del Río tras la
Compra-venta de la casa en Sierra del Infierno, Viñales. Luego, tras una serie
de irregularidades y violaciones en el proceder del Órgano de Justicia Laboral
es expulsado de la Universidad de La Habana. Así, un Doctor
en Ciencias Biológicas fue expulsado de la Universidad, perseguido y saboteado.
Es entonces cuando su hermana Omara, quien padece cáncer de seno desde 2005, comenzó a tener dificultades con el suministro de cierto medicamento y durante varios ciclos de inmunoterapia no se le administraron los tratamientos necesarios para combatir su enfermedad. Ariel contactó a cuanto dirigente del Ministerio de Salud Pública existía, incluso escribió varias cartas a Raúl Castro sin resultado alguno. En el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR) le decían que el medicamento (el cual proviene de Suiza, a través de Roche Diagnostics) no había llegado en cantidad suficiente como para tratar a su hermana Omara, quien es además la paciente con más antigüedad entre las tratadas (cabe destacar que la compra que Cuba le hizo a esa compañía, fue de medicamentos próximos a vencer, beneficiándose de precios muy bajos y poniendo en riesgo así la salud ya comprometida de estos pacientes).
En noviembre de 2017, Ruiz, ante la impotencia y decidido a no dejar a su hermana morir, se vió obligado a comenzar una huelga de hambre y sed que duró cuatro días frente al Instituto Nacional de Oncología, fue arrestado por la policía y su caso entregado a agentes de la Seguridad del Estado. En la celda lo golpearon en la cabeza y en los oídos mientras lo ofendían con improperios llamándolo “mongólico”. Fue liberado y al día siguiente Ariel regresó a continuar con su protesta de huelga de hambre. Regresaron también los represores y volvieron a arrestarlo violentamente. Los transeúntes protestaron reclamándole a la policía que no lo golpearan, que él no se estaba resistiendo al arresto. Al final del día, cuando lo liberaron, Ariel regresó caminando una vez más al mismo lugar de protesta. Al ver que no lograban hacerlo retroceder, el director del Instituto le comunicó que en tres días le sería suministrado el medicamento a su hermana. Los agentes lo liberaron una vez más con la condición de que hiciera la huelga en su casa y no delante del Instituto.
Es entonces cuando su hermana Omara, quien padece cáncer de seno desde 2005, comenzó a tener dificultades con el suministro de cierto medicamento y durante varios ciclos de inmunoterapia no se le administraron los tratamientos necesarios para combatir su enfermedad. Ariel contactó a cuanto dirigente del Ministerio de Salud Pública existía, incluso escribió varias cartas a Raúl Castro sin resultado alguno. En el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología (INOR) le decían que el medicamento (el cual proviene de Suiza, a través de Roche Diagnostics) no había llegado en cantidad suficiente como para tratar a su hermana Omara, quien es además la paciente con más antigüedad entre las tratadas (cabe destacar que la compra que Cuba le hizo a esa compañía, fue de medicamentos próximos a vencer, beneficiándose de precios muy bajos y poniendo en riesgo así la salud ya comprometida de estos pacientes).
En noviembre de 2017, Ruiz, ante la impotencia y decidido a no dejar a su hermana morir, se vió obligado a comenzar una huelga de hambre y sed que duró cuatro días frente al Instituto Nacional de Oncología, fue arrestado por la policía y su caso entregado a agentes de la Seguridad del Estado. En la celda lo golpearon en la cabeza y en los oídos mientras lo ofendían con improperios llamándolo “mongólico”. Fue liberado y al día siguiente Ariel regresó a continuar con su protesta de huelga de hambre. Regresaron también los represores y volvieron a arrestarlo violentamente. Los transeúntes protestaron reclamándole a la policía que no lo golpearan, que él no se estaba resistiendo al arresto. Al final del día, cuando lo liberaron, Ariel regresó caminando una vez más al mismo lugar de protesta. Al ver que no lograban hacerlo retroceder, el director del Instituto le comunicó que en tres días le sería suministrado el medicamento a su hermana. Los agentes lo liberaron una vez más con la condición de que hiciera la huelga en su casa y no delante del Instituto.
https://www.cubanet.org/noticias/el-doctor-ariel-ruiz-urquiola-continua-su-huelga-de-hambre-y-sed/
Pero el régimen cubano no olvida tan fácilmente. El 3 de mayo de 2018 subieron dos guardabosques a la finca en Sierra del Infierno donde Ariel se dedicaba a llevar adelante un proyecto de producción sostenible. Lo increparon sobre permisos para cercar, cortar árboles y documentos que avalaran la propiedad del instrumental de trabajo y Ariel los convidó a la casa para mostrar los permisos oficiales pero antes les pidió identificación, pues dichos individuos no llevaban uniforme ni nada que los identificara. Ambos individuos se negaron a dar sus señas y continuaron en actitud cuestionadora. Ariel les preguntó entonces si aquel problema era al estilo “Guardia Rural” (refiriéndose a la guardia que patrullaba las zonas rurales de Cuba y de los que, desde antes del 1959, Fidel Castro estuvo cacareando acusándolos de abusadores, extorsionistas y despojadores de bienes de la clase campesina). Los guardabosques no manifestaron interés en constatar la documentación antes requerida y se marcharon.
Esa misma noche volvieron con varios oficiales de la PNR (Policía Nacional Revolucionaria) y miembros del cuerpo de guardabosques para efectuar un registro y apresar a Ariel. Ariel fue encarcelado e incomunicado hasta la noche anterior al juicio, en la que se le dejó hacer una única llamada telefónica a su hermana, gracias a la presión que éste ejercía con la amenaza de otra huelga de hambre y sed. No se le permitió establecer contacto con su abogado durante todo este tiempo.
El 8 de mayo se celebró el juicio en el Tribunal Municipal de Viñales en presencia del fiscal de Viñales, un tribunal compuesto por tres miembros y el abogado de Ariel. El juicio fue vigilado por la policía local y efectivos de la Seguridad del Estado y se prohibió el acceso a la prensa y todo público que no fuera sus familiares y pocos amigos cercanos. Se le juzgó por lo Penal en un proceso sumario, por un supuesto delito menor: “Desacato”. Durante el juicio, muy convenientemente, el tribunal desestimó el testimonio de la persona que acompañó a Ariel en el momento en que subieron los guardabosques. El tribunal dictaminó la pena máxima para este tipo de delito menor (qué sorpresa ¿no?): un año de privación de libertad y estableció tres días para el recurso de apelación, apelación que luego fue desestimada.
Recientemente tuve la oportunidad de hablar con Omara. Me contó que pudo visitarlo hace algunos días: “Ariel está demacrado, muy delgado, con los ojos hundidos.” Me dijo: “Le dan solo dos minutos para ingerir los alimentos podridos que le sirven. Le solicitó al jefe de la prisión una audiencia en la cual le pidió una hora de sol diaria y un poco más de tiempo al teléfono. El jefe de la prisión lo empujó violentamente y lo esposó mientras le decía improperios. Luego mandó a sacarlo de su oficina.” Ariel no se resistió. Sabía que al resistirse, solo daría excusa para que lo acusaran de conducta violenta aumentando su condena o algo peor.
Una vez más se evidencia el carácter correctivo y ejemplarizante del sistema judicial y del aparato de inteligencia cubanos cuando llegas a ser una voz escuchada más allá de los medios establecidos por ese gobierno. Durante todo ese tiempo Ariel denunció cada uno de los atropellos y las medidas tomadas contra él. Protegió a su hermana sufriendo hambre, frío y hasta dolor de forma pacífica. Pero les tomó diez años de persecución hasta llegar a encarcelarlo.
Ariel está encarcelado, sí. Solo por el hecho de demostrar que el balance ecológico del planeta importa un comino a las autoridades de una nación que se autoproclama mundialmente como la más libre de todas las naciones, pero que no escatima recursos ni esfuerzos para perseguir, reducir y eliminar a cuanto hijo se le enfrenta.
Pero el régimen cubano no olvida tan fácilmente. El 3 de mayo de 2018 subieron dos guardabosques a la finca en Sierra del Infierno donde Ariel se dedicaba a llevar adelante un proyecto de producción sostenible. Lo increparon sobre permisos para cercar, cortar árboles y documentos que avalaran la propiedad del instrumental de trabajo y Ariel los convidó a la casa para mostrar los permisos oficiales pero antes les pidió identificación, pues dichos individuos no llevaban uniforme ni nada que los identificara. Ambos individuos se negaron a dar sus señas y continuaron en actitud cuestionadora. Ariel les preguntó entonces si aquel problema era al estilo “Guardia Rural” (refiriéndose a la guardia que patrullaba las zonas rurales de Cuba y de los que, desde antes del 1959, Fidel Castro estuvo cacareando acusándolos de abusadores, extorsionistas y despojadores de bienes de la clase campesina). Los guardabosques no manifestaron interés en constatar la documentación antes requerida y se marcharon.
Esa misma noche volvieron con varios oficiales de la PNR (Policía Nacional Revolucionaria) y miembros del cuerpo de guardabosques para efectuar un registro y apresar a Ariel. Ariel fue encarcelado e incomunicado hasta la noche anterior al juicio, en la que se le dejó hacer una única llamada telefónica a su hermana, gracias a la presión que éste ejercía con la amenaza de otra huelga de hambre y sed. No se le permitió establecer contacto con su abogado durante todo este tiempo.
El 8 de mayo se celebró el juicio en el Tribunal Municipal de Viñales en presencia del fiscal de Viñales, un tribunal compuesto por tres miembros y el abogado de Ariel. El juicio fue vigilado por la policía local y efectivos de la Seguridad del Estado y se prohibió el acceso a la prensa y todo público que no fuera sus familiares y pocos amigos cercanos. Se le juzgó por lo Penal en un proceso sumario, por un supuesto delito menor: “Desacato”. Durante el juicio, muy convenientemente, el tribunal desestimó el testimonio de la persona que acompañó a Ariel en el momento en que subieron los guardabosques. El tribunal dictaminó la pena máxima para este tipo de delito menor (qué sorpresa ¿no?): un año de privación de libertad y estableció tres días para el recurso de apelación, apelación que luego fue desestimada.
Recientemente tuve la oportunidad de hablar con Omara. Me contó que pudo visitarlo hace algunos días: “Ariel está demacrado, muy delgado, con los ojos hundidos.” Me dijo: “Le dan solo dos minutos para ingerir los alimentos podridos que le sirven. Le solicitó al jefe de la prisión una audiencia en la cual le pidió una hora de sol diaria y un poco más de tiempo al teléfono. El jefe de la prisión lo empujó violentamente y lo esposó mientras le decía improperios. Luego mandó a sacarlo de su oficina.” Ariel no se resistió. Sabía que al resistirse, solo daría excusa para que lo acusaran de conducta violenta aumentando su condena o algo peor.
Una vez más se evidencia el carácter correctivo y ejemplarizante del sistema judicial y del aparato de inteligencia cubanos cuando llegas a ser una voz escuchada más allá de los medios establecidos por ese gobierno. Durante todo ese tiempo Ariel denunció cada uno de los atropellos y las medidas tomadas contra él. Protegió a su hermana sufriendo hambre, frío y hasta dolor de forma pacífica. Pero les tomó diez años de persecución hasta llegar a encarcelarlo.
Ariel está encarcelado, sí. Solo por el hecho de demostrar que el balance ecológico del planeta importa un comino a las autoridades de una nación que se autoproclama mundialmente como la más libre de todas las naciones, pero que no escatima recursos ni esfuerzos para perseguir, reducir y eliminar a cuanto hijo se le enfrenta.
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¡Gracias!
Dr. Jorge Gonzalez
(Esta es una versión corregida. Por favor, disculpe cualquier error publicado anteriormente).
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