Es una noche extraña. Es una calma densa. Hoy todos los cubanos que tenemos noción de lo que es la decencia y conocemos su historia, estamos en vigilia por la vida de Ariel Ruiz Urquiola. Permanecemos en silencio esperando el timbrar de una llamada o algún “beep” anunciando la llegada del mensaje que nos traiga noticias suyas. Es desesperante y a la misma vez estamos llenos de esperanza de que al menos una copa de luz sea vertida sobre él esta noche.
Vivimos momentos convulsos. Vivimos en momentos en los que el raciocinio humano ha llegado convertirse en una fiera hambrienta, baja y despiadada capaz de consumir cualquier tipo de belleza en defensa de la más absurda de las ideologías. Vivimos los tiempos de la falta de comunicación. Vivimos los tiempos de la falta de amor y respeto por el derecho ajeno. Los tiempos en los cuales no se tiene en cuenta el verdadero valor de la vida, de la naturaleza, de la convivencia social en armonía.
La, desde sus inicios, decadente sociedad socialista cubana aumenta su represión en contra de todos sus detractores. Cada mano levantada, cada voz que se agudiza, cada paso hacia lo justo, es tronchado cual tumor cancerígeno por pura cobardía y el temor de que se extienda mas allá de lo controlable por la bestia.
Hoy no sabemos si Ariel aún vive o lo han asesinado. Hoy nos aferramos solamente a la esperanza. Yo quiero pensar que mientras yo escribo estas palabras Ariel aún respira en una cama del hospital Abel Santa María Cuadrado. Quiero pensar que su corazón aún late. Quiero pensar que latirá por muchos años pero a partir de ahora en libertad. Cierro mis ojos y visualizo a Ariel, sonriente sosteniendo un mango en la mano o ayudando a caminar a una tortuga en la arena, como en una de esas tantas fotos por las que muchos de nosotros hemos conocido y reconocemos su rostro.
Quiero sentir que Ariel está vivo. Sentir que se debate entre la vida y la muerte pero que va a vencer este absurdo momento y vivir.
Sé que su hermana sigue en vigilia, quizás fuera del hospital en Pinar Del Río, quizás en la Habana, aferrada a una esperanza mucho mayor que la mía. Aferrada a esa idea de que Ariel sea justamente liberado y se le permita vivir como el hermoso ser humano que es, como el brillante científico defensor del medio ambiente, héroe de las tortugas marinas, cubano indoblegable y defensor en primer lugar, de su creencias y sus principios.
Es una noche densa, es una noche triste. Pero pienso que si Ariel está resistiendo, muy bien podemos nosotros mantenernos de pie y enviarle nuestros mejores y más positivos pensamientos. Dejarle saber: Ariel, estamos aquí. Estamos aquí todos pensando en lo que has hecho y apoyándote. No te dejaremos solo ni vamos a abandonarte. A más de uno de nosotros has enseñado a levantar la voz y a mantenerla alta y firme. Sé fuerte Ariel. Los cubanos que amamos a Cuba y su libertad, estamos contigo!
Dr Jorge González
Un cubano más.
Vivimos momentos convulsos. Vivimos en momentos en los que el raciocinio humano ha llegado convertirse en una fiera hambrienta, baja y despiadada capaz de consumir cualquier tipo de belleza en defensa de la más absurda de las ideologías. Vivimos los tiempos de la falta de comunicación. Vivimos los tiempos de la falta de amor y respeto por el derecho ajeno. Los tiempos en los cuales no se tiene en cuenta el verdadero valor de la vida, de la naturaleza, de la convivencia social en armonía.
La, desde sus inicios, decadente sociedad socialista cubana aumenta su represión en contra de todos sus detractores. Cada mano levantada, cada voz que se agudiza, cada paso hacia lo justo, es tronchado cual tumor cancerígeno por pura cobardía y el temor de que se extienda mas allá de lo controlable por la bestia.
Hoy no sabemos si Ariel aún vive o lo han asesinado. Hoy nos aferramos solamente a la esperanza. Yo quiero pensar que mientras yo escribo estas palabras Ariel aún respira en una cama del hospital Abel Santa María Cuadrado. Quiero pensar que su corazón aún late. Quiero pensar que latirá por muchos años pero a partir de ahora en libertad. Cierro mis ojos y visualizo a Ariel, sonriente sosteniendo un mango en la mano o ayudando a caminar a una tortuga en la arena, como en una de esas tantas fotos por las que muchos de nosotros hemos conocido y reconocemos su rostro.
Quiero sentir que Ariel está vivo. Sentir que se debate entre la vida y la muerte pero que va a vencer este absurdo momento y vivir.
Sé que su hermana sigue en vigilia, quizás fuera del hospital en Pinar Del Río, quizás en la Habana, aferrada a una esperanza mucho mayor que la mía. Aferrada a esa idea de que Ariel sea justamente liberado y se le permita vivir como el hermoso ser humano que es, como el brillante científico defensor del medio ambiente, héroe de las tortugas marinas, cubano indoblegable y defensor en primer lugar, de su creencias y sus principios.
Es una noche densa, es una noche triste. Pero pienso que si Ariel está resistiendo, muy bien podemos nosotros mantenernos de pie y enviarle nuestros mejores y más positivos pensamientos. Dejarle saber: Ariel, estamos aquí. Estamos aquí todos pensando en lo que has hecho y apoyándote. No te dejaremos solo ni vamos a abandonarte. A más de uno de nosotros has enseñado a levantar la voz y a mantenerla alta y firme. Sé fuerte Ariel. Los cubanos que amamos a Cuba y su libertad, estamos contigo!
Dr Jorge González
Un cubano más.
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