Discurso de Rosa
María Payá en la convención del Partido Popular.
España, sábado 19
de Enero 2019.
Sobre Cuba
existen muchos mitos, como el mito de la igualdad, cuando en realidad, el pueblo cubano enfrenta una
miseria despiadada, porque en el totalitarismo comunista la prosperidad no
depende del esfuerzo propio. Las autoridades hostigan, penalizan y persiguen a
los ciudadanos, convirtiendo la búsqueda del pan de cada día en un delito, y
dejando a las familias sin opciones para salir de la pobreza. “Así es como en
medio del comunismo Cuba se convirtió en un país de
ricos y pobres, donde la minoría que tiene el poder político y militar se ha
convertido en la clase rica y privilegiada, que esperan ser, como lo han sido
en la Europa ex comunista, los futuros potentados capitalistas. Mientras tanto,
le dicen al pueblo Socialismo o Muerte”,
como advirtió mi padre Oswaldo Payá.
Otro
mito, otra gran mentira, es la supuesta “pasividad de los cubanos”. Sin embargo,
el pueblo no ha dejado de rebelarse ante la opresión. En estos 60 años, la
dictadura ha cobrado la vida de miles de cubanos inocentes en ejecuciones
arbitrarias. Estamos enfrentados a un régimen que ha condenado a decenas de
miles a 20, a 25, a 30 años de prisión por motivos políticos, y que hoy,
mientras yo me dirijo a ustedes estos minutos, mantiene a más de 120 hombres y
mujeres encerrados por pensar distinto y actuar de acuerdo a su conciencia.
Entre ellos, el Dr Eduardo Cardet y la activista Aimara Nieto.
La raíz
de la violencia de Estado, la miseria y las desigualdades en nuestra Isla, es
el secuestro de todos los derechos por parte de la familia Castro y su grupo de
generales. Hoy, son estos mismos oligarcas militares los que pretenden engañar
al mundo, y a su propio pueblo, fingiendo una imagen de cambios, pero sin dar ni
un solo paso a favor del reconocimiento de las libertades fundamentales. El
castrismo está intentando lavarse la imagen con la imposición de otro fraude,
pues, contrario a la propaganda difundida por parte de la prensa internacional,
contrario a lo que ustedes pudieron leer en El
País, los cambios anunciados por las autoridades de la dictadura en Cuba se
implementan con el objetivo de perpetuar al Partido Comunista en el poder, no para
eliminar el comunismo.
Pero a
los cubanos no nos pueden engañar, por eso en la Isla crece el descontento y la
actividad cívica en favor de los cambios democráticos. Por eso, la iniciativa Cuba Decide, que defendemos miles de
cubanos, busca forzar al régimen a someterse a la voluntad soberana de la
ciudadanía, en las urnas. Y espera obtener la solidaridad de nuestros hermanos
europeos, pues no es apoyo para un grupo político lo que pedimos, si no el
respaldo al pueblo cubano, a todos, sin exclusiones, en su derecho a decidir su
futuro.
La
crisis de legitimidad del régimen cubano es evidente, y de ahí sus esfuerzos,
hasta el ridículo, por pretender que están cambiando. Esfuerzos que llevaron al
general Raúl Castro, jefe del Partido Comunista, a designar a dedo, y sin
pudor, a un nuevo presidente que no toma decisiones, pero es el nuevo rostro
supuestamente “civil”, para presentar ante la comunidad internacional, en un
país donde no se celebran elecciones libres, justas y plurales hace casi 70
años. El fraude continúa con el anuncio de una reforma constitucional que
establece que el partido comunista único es la fuerza rectora superior de la
sociedad y el Estado a perpetuidad, y que autoriza el uso de las armas contra
cualquier ciudadano que proponga cambiar a un sistema plural.
Ante
esta realidad, recuerdo la actualidad de las palabras del ex presidente checo Vaclav
Havel, en una de las cartas que le escribió a mi padre: “Europa debería
manifestar claramente que Castro es un dictador, y que una dictadura no puede
ser el interlocutor de países democráticos hasta que no emprenda un proceso de
distención política”.
Ha sido
especialmente doloroso que el presidente del gobierno español actual vaya a
Cuba y no hable de derechos humanos, o que desde el Servicio Exterior de la Unión
Europea, se insulte al pueblo cubano, llamándole “democracia de partido único”
al régimen inconsulto de La Habana. Régimen con el cual la Unión Europea, con
la ayuda del gobierno español, ha firmado un Acuerdo de Diálogo, Cooperación y
Comercio, pero sin incluir a la ciudadanía cubana en esos diálogos, ni en esa
cooperación, ni mucho menos en ese comercio. Porque los cubanos tienen
prohibido por ley y por constitución participar independientemente no sólo de
la vida política de Cuba, sino de la vida económica de la nación, y generar y
disfrutar de sus riquezas. Como también se nos expulsa de la vida laboral, y
hasta de la vida cultural cubanas, tan pronto como se ejerce un criterio
alternativo al despotismo oficial del Estado. Esta es la realidad de la Cuba
contemporánea, y se llama “apartheid”, no “democracia de partido único”, como
dice Mogherini. El cinismo no hace a la política más realista ni más eficiente,
sino que es una garantía de impunidad para los tiranos y sus discípulos en el globo.
Esta es la misma impunidad con la que el régimen cubano asesinó a mi padre
Oswaldo Payá y a mi amigo, el joven líder Harold Cepero en julio del 2012.
El
silencio de la comunidad internacional puede tener consecuencias devastadoras. Por
ejemplo, la tolerancia por casi 60 años de las democracias del mundo al
totalitarismo en nuestro país, ha impedido la estabilidad de la democracia en
nuestro continente y ocasionado graves amenazas a la seguridad nacional de
varios estados. El aparato de inteligencia cubano del castrismo se infiltró en
todo el hemisferio, desde los movimientos sociales hasta los guerrilleros. Al
día de hoy, el régimen de La Habana mantiene un ejército de ocupación en
Venezuela, con presencia militar entre los represores de los estudiantes en Nicaragua.
Durante estos años, Cuba ha servido de centro de difusión de modelos
autoritarios, como el llamado socialismo del siglo XXI, y de santuario a
terroristas del mundo entero, y de cómplice con los enemigos del mundo libre.
En la mañana de hoy el presidente Iván Duque denunciaba la presencia de
miembros del grupo terrorista ELN en Cuba, grupo responsable por el atentado
que terminó con la vida de 11 personas hace días en Bogotá, Colombia. Para
todas sus familias afectadas, mis condolencias.
Por
tanto, ninguna estrategia que ignore estos hechos, que ignore el papel pervertidor
del castrismo, funcionará en América Latina, pues como decía mi padre Oswaldo
Payá: “la causa de la libertad es también la causa de la paz”. De ahí que les
pido ayuda para frenar la injerencia del castrismo en los asuntos internos de
otros estados, y, en especial, Europa no debe ser indolente ante el secuestro
de los derechos por parte de un grupo mafioso militar en Cuba y su intento de
perpetuarse en el poder.
Hoy los
invitamos acompañar a los cubanos en este camino de liberación que ya comenzó,
y a apoyar el derecho que tenemos como pueblo a decidir, en las urnas, en
plebiscito, el cambio a un sistema democrático. Y los invitamos a reclamar la
participación y los derechos de los ciudadanos, como condición de toda relación
con la dictadura cubana. Los invitamos a ponerse de parte del pueblo cubano y
siguiendo el legado de Havel y del presidente Aznar, apoyar el poder de los sin
poder.
Quien quiera ser
solidario con el pueblo cubano y respetar su autodeterminación:
1.
No debe aceptar como legítimos a
un sistema político y a unos representantes que los cubanos jamás hemos elegido
en las urnas.
2.
Invitamos al partido popular a
exigir el cese de la represión y la liberación de los presos políticos, como el
Dr. Edurado Cardet, Aimara Nieto y las 12 mujeres y más de 120 hombres que se
encuentran en prisión política.
3.
Apoyar una transición a la
democracia en Cuba con la participación de todos los cubanos en plebiscito vinculante.
Sepan que su solidaridad no será solamente un gesto
de altruismo, porque el cambio en Cuba es la garantía de la estabilidad
democrática en nuestro hemisferio, y un freno necesario a las fuerzas
antidemocráticas a nivel global. El cambio en mi país es, por tanto, útil para
todos, pero antes que conveniente, la solidaridad con Cuba es un acto de
justicia y una deuda histórica de las democracias del mundo, pues como decía mi
padre:
“Los derechos no tienen color político, ni de raza,
ni de cultura. Tampoco las dictaduras tienen color político, no son de derecha
ni de izquierda, son sólo dictaduras. La causa de los
derechos humanos es una sola, como una sola es la humanidad. Si hoy se habla de
globalización, anunciamos y denunciamos que si no se globaliza la solidaridad,
no sólo peligran los derechos humanos, sino el derecho a seguir siendo humanos.”
Muchas
gracias.
Rosa
María Payá
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